“Sólo se vive una vez, pero una vez es más que suficiente si se hace bien.”
Woody Allen
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He soñado que era un príncipe… “Amigo Nelson, me decía una voz, tienes todo cuanto un hombre puede desear, fortuna, posesiones, poder, lujos… ¡Disfruta tu vida!”
Pero también soñaba que era un mendigo, y la voz me decía: “Nelson, tienes la libertad que todo hombre añora, nada de responsabilidades, ni compromisos con los demás, tienes libertad de espacio y movimiento, el universo parece haber creado para ti cada pequeño pero hermoso detalle… ¡Disfruta tu Vida!”
Y teniendo tanto que disfrutar siendo príncipe, no podía dejar de pensar en todo lo que se le había dado el mendigo, no era justo, yo también me lo merecía.
Y con todo cuanto podía disfrutar desde mi condición de mendigo, no salía de mi cabeza lo que pudiese hacer si tuviese la mitad de las riquezas que poseía el príncipe, cuanta envidia sentía.
Y así se nos va la vida, mirando siempre en la dirección equivocada, buscando la felicidad en las cosas que no tenemos, o en lo que hemos dejado de tener, o en aquello que los otros tienen, olvidando así en el trayecto:
• Que nuestro más maravilloso regalo es el momento presente, quizá por eso lo llaman así; Presente.
• Que la felicidad debe buscarse de “adentro hacia fuera” y no en sentido contrario, ¡Ser feliz porque existo!!! porque en estos momentos puedo escribir, lo que tú en breve podrás leer, porque puedo sonreír mientras escribo, imaginando tu sonrisa, (u otro gesto contrario si estas en desacuerdo con lo aquí planteado), porque conciente de mis talentos podré utilizar mejor los recursos con los que cuento y aunque cometa errores, aprenderé a utilizarlos y mejor aún, a disfrutarlos también.
• Que realizar una revisión honesta de nuestra situación actual y nuestra situación deseada es una maravillosa oportunidad para replantear nuestras metas, para definir nuestros sueños, y decidir con igual honestidad, determinación y coraje ir por ellos, con la actitud humilde de quien sabe que cada momento de lucha será una fuente de aprendizaje y crecimiento que no podemos desperdiciar por el peligroso vicio de la parálisis, por no atrevernos a actuar.
• Que en el trayecto de nuestras vidas solemos ser un poco como “el príncipe”, con recursos materiales que al no saber valorar trabajan en nuestra contra o bien esfumándose casi tan pronto como llegan, o por otro lado agobiándonos convirtiéndonos en “esclavos” de nuestras posesiones o de las actividades que realizamos para generarlas; y también un poco como “el mendigo”, cuando justificamos nuestras limitaciones, y nos resignamos a quedarnos con ellas, descuidando en ambos “papeles” el valor de la dignidad, el respeto y el amor por nosotros mismos, y por los talentos y dones con que hemos sido bendecidos.
Y también descubrí en mis sueños, que muchos príncipes no son realmente “príncipes” y que cantidad de mendigos no son verdaderamente “mendigos”, que la riqueza o la falta de ella nacen y se refleja en nuestro espíritu, en nuestro corazón y pensamientos, y no en aquello que tengamos o dejemos de tener. Argumentos para afirmar lo contrario, existen en cantidad, ya quizá tengas una docena en la mente, yo también podría tener los míos, pero prefiero que “nuestro invitado especial” para esta ocasión, nos comparta uno solo de los suyos, al cual no creo que nadie tenga objeción: ¿Dudas que puedas terminar siendo fuerte?
He soñado que era un príncipe… “Amigo Nelson, me decía una voz, tienes todo cuanto un hombre puede desear, fortuna, posesiones, poder, lujos… ¡Disfruta tu vida!”
Pero también soñaba que era un mendigo, y la voz me decía: “Nelson, tienes la libertad que todo hombre añora, nada de responsabilidades, ni compromisos con los demás, tienes libertad de espacio y movimiento, el universo parece haber creado para ti cada pequeño pero hermoso detalle… ¡Disfruta tu Vida!”
Y teniendo tanto que disfrutar siendo príncipe, no podía dejar de pensar en todo lo que se le había dado el mendigo, no era justo, yo también me lo merecía.
Y con todo cuanto podía disfrutar desde mi condición de mendigo, no salía de mi cabeza lo que pudiese hacer si tuviese la mitad de las riquezas que poseía el príncipe, cuanta envidia sentía.
Y así se nos va la vida, mirando siempre en la dirección equivocada, buscando la felicidad en las cosas que no tenemos, o en lo que hemos dejado de tener, o en aquello que los otros tienen, olvidando así en el trayecto:
• Que nuestro más maravilloso regalo es el momento presente, quizá por eso lo llaman así; Presente.
• Que la felicidad debe buscarse de “adentro hacia fuera” y no en sentido contrario, ¡Ser feliz porque existo!!! porque en estos momentos puedo escribir, lo que tú en breve podrás leer, porque puedo sonreír mientras escribo, imaginando tu sonrisa, (u otro gesto contrario si estas en desacuerdo con lo aquí planteado), porque conciente de mis talentos podré utilizar mejor los recursos con los que cuento y aunque cometa errores, aprenderé a utilizarlos y mejor aún, a disfrutarlos también.
• Que realizar una revisión honesta de nuestra situación actual y nuestra situación deseada es una maravillosa oportunidad para replantear nuestras metas, para definir nuestros sueños, y decidir con igual honestidad, determinación y coraje ir por ellos, con la actitud humilde de quien sabe que cada momento de lucha será una fuente de aprendizaje y crecimiento que no podemos desperdiciar por el peligroso vicio de la parálisis, por no atrevernos a actuar.
• Que en el trayecto de nuestras vidas solemos ser un poco como “el príncipe”, con recursos materiales que al no saber valorar trabajan en nuestra contra o bien esfumándose casi tan pronto como llegan, o por otro lado agobiándonos convirtiéndonos en “esclavos” de nuestras posesiones o de las actividades que realizamos para generarlas; y también un poco como “el mendigo”, cuando justificamos nuestras limitaciones, y nos resignamos a quedarnos con ellas, descuidando en ambos “papeles” el valor de la dignidad, el respeto y el amor por nosotros mismos, y por los talentos y dones con que hemos sido bendecidos.
Y también descubrí en mis sueños, que muchos príncipes no son realmente “príncipes” y que cantidad de mendigos no son verdaderamente “mendigos”, que la riqueza o la falta de ella nacen y se refleja en nuestro espíritu, en nuestro corazón y pensamientos, y no en aquello que tengamos o dejemos de tener. Argumentos para afirmar lo contrario, existen en cantidad, ya quizá tengas una docena en la mente, yo también podría tener los míos, pero prefiero que “nuestro invitado especial” para esta ocasión, nos comparta uno solo de los suyos, al cual no creo que nadie tenga objeción: ¿Dudas que puedas terminar siendo fuerte?
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Olvidémonos del príncipe, olvidémonos del mendigo, y concentrémonos en el inmenso valor de ese gran hombre, de esa gran mujer, que realmente somos. Notaremos la diferencia.
Un gran abrazo full de afecto, respeto y admiración.
Muchos éxitos y bendiciones y recuerda… ¡Piensa en Grande!!! Vale la Pena.
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